Berta Cáceres, un río crecido.

Por Ernesto Balbuena

El 2 de Marzo cuando los habitantes de cualquier región del planeta revise las redes sociales, sus ojos se toparán con un nombre en multitud de idiomas: «Berta». Quien lea ese nombre probablemente ya conozca su historia. Otros muchos quizás no la conozcan y se pregunten ¿quién es Berta?

Para Wikipedia Berta es «Berta Isabel Cáceres Flores (4 de marzo de 1973​-La Esperanza, 2 de marzo de 2016) fue una líder indígena lenca, feminista y activista del medio ambiente hondureña.»

Para Amnistía internacional Berta «era una mujer indígena Lenca y una de las defensoras de derechos humanos más destacadas en Honduras, líder y cofundadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas (COPINH).»

Para la ONU “Cáceres era coordinadora del Consejo de Pueblos Indígenas de Honduras, que luchaba contra la amenaza para las comunidades lenca de la tala ilegal de árboles”.

Todo eso es verdad. Y mucho más.

Conocimos a Berta en 2009, durante un episodio que fue larga noche para Honduras: el golpe de Estado contra el Gobierno de Manuel Zelaya y contra el proceso de Asamblea Constituyente que se abría como ventana de transformación para las mayorías del país más empobrecido del continente.

Berta con su presencia tan serena como firme enfrentó durante meses a fusiles y policías con el arma de su palabra. Un pueblo campesino e indígena andaba con ella recorriendo cientos de kilómetros en travesías por montañas para eludir los bloqueos militares que tenían paralizadas las carreteras y secuestrado al país.

La vimos organizar campamentos improvisados a orillas de caminos rurales para pasar noches frías y lluviosas con 300 y más caminantes en resistencia. La recordamos en esos parajes convenciendo a cientos a pasar la noche sobre hierba a cielo abierto y tan arrejuntados que no faltaban las quejas, pero ella justificando: «Háganlo así. Para que no nos vean las patrullas. Además juntándonos nos cubren mejor los plásticos».

Es doloroso recordar cómo una de esas noches en la zona fronteriza de «el Paraiso» sí vieron y se llevaron a Pedro Magdiel un joven de otro grupo. Lo hallamos muerto al amanecer.

Berta en su insistencia y previsión salvó a muchos en aquellas jornadas de constantes toques de queda, persecución y ejecuciones.

Conocimos también de Berta su preocupación casi maternal por la buena marcha del Copinh, el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras, la organización de lucha de la que fue fundadora para la defensa del ambiente y de la cultura y derechos indígenas. Conocimos sus desvelos por la cohesión del movimiento, cuidando por la buena marcha de las asambleas, para que cada voz fuese oída y cada decisión consultada. La vimos haciendo malabares con el maíz y los frijoles para que las raciones rindieran a todos los movilizados del campo que ya sumaban miles en la capital desafiando el golpe. Y qué matemática tan eficiente la de Berta para que las horas de descanso y las raciones rindieran para todos. Se ocupaba con pasión de cada frente: desde la lucha contra los grandes poderes económicos y los resurgidos escuadrones de la muerte hasta la lucha por erradicar los piojos y pulgas de las ropas y cobijas de los compañeros: No importaba el tamaño del enemigo, la constancia y dedicación era la misma.

Como organizadora Berta calibraba los momentos de la vida con precisión de relojera: hora de las movilizaciones, hora del descanso, hora de llenarse de bosque y ríos, hora de aprender. Supo escuchar, acompañar y proteger a sus comunidades. Guardó como un tesoro la sabiduría sencilla de su pueblo Lenca, y nos golpeó con ella cuando la desesperación y la duda aparecían en el debate: «Hay que sumar y resistir compa, lo otro es fracaso». Y cuando la lucha se distraía con ofertas de treguas o alianzas sospechosas, tenía la capacidad de quitar máscaras y aclarar la ruta con su brújula de principios: «No nos perdamos. Esas elecciones bajo dictadura, no son nuestra lucha.» Berta supo ver lo pequeño y lo grande, el ahora urgente y el horizonte estratégico. Fue una tejedora de solidaridades. La escasez, las necesidades cotidianas las solventaba uniéndonos a todos y tuvo la capacidad de concentrar el apoyo de varios continentes haciendo llegar la ayuda para los remotos territorios que más la precisaban.

Quizás Berta tuvo momentos de gritar y desesperarse, de cansarse y de dudar. Supongo que sí, como todos. Pero nosotros en seis meses de dura pelea contra el golpe nunca la vimos hacerlo. En todo momento, y los hubo muy difíciles, la vimos con la calma de quien no se apura sabiendo que el camino es largo y que está prohibido fallar, agotarse y sobrepasar los límites de quienes confían en ella. Su relación con las comunidades campesinas e indígenas reflejaba un admirable liderazgo ganado con ejemplo, respeto y cuidados.

Berta fue de las voces más enérgicas que denunció al mundo el Golpe de Estado y la represión en Honduras. Las amenazas contra su vida y familia llegaron al punto en que organizaciones internacionales impulsaron su protección y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos emitió medidas cautelares en su defensa a las que el gobierno de facto nunca atendió.

Desde aquel golpe de Estado de 2009 consolidado y ejecutado con la ayuda de los gobiernos de EEUU y Canadá, se abrieron las puertas para desangrar el país: literal y económicamente. El agua dejaría de ser un bien común para convertirse en ganancias de medio centenar de concesiones hidroeléctricas que privatizarían los ríos hondureños desplazando a miles de campesinos e indígenas de sus territorios ancestrales. Berta continuó su lucha como ambientalista enfrentando a estos proyectos y a sus aliados: narcotraficantes, altos funcionarios y generales del gobierno hondureño que para el caso son lo mismo. Plantó cara a Trasnacionales y empresarios cuando estos enfilaron sus maquinarias contra los territorios y ríos de su pueblo Lenca. Una lucha que costó la vida de varios compañeros, con una larga lista de heridos y la persecución judicial contra Berta. En 2013 se logró una gran victoria deteniendo la privatización del rio Gualcarque y la megaconstrucción de la Represa Agua Zasca, obligando a la poderosa trasnacional Sinohydro y al Banco Mundial a retirarse del proyecto.

Pero el proyecto de la Represa que llevaba adelante la empresa privada DESA continuaría con su plan trasladándose a otras zonas del Rio Gualcarque.

La activa defensa ejercida por Berta es un patrimonio de lucha para los ambientalistas de America Latina. Una extensa lista de demandas contra los agresores y las empresas hidroeléctricas, señalando a militares, paramilitares, altos funcionarios y adinerados empresarios. Un trabajo sin descanso por llevar la voz campesina a los mas altos tribunales del mundo. Denuncias constantes en medios de comunicación internacionales.

Los defensores populares, ambientales, indígenas y campesinos en nuestro continente, están permanentemente en la mira de los poderes económicos. Se cuentan por miles los líderes populares emboscados por el capitalismo depredador en cualquiera de sus formas. Berta sabía de esos riesgos y procuró cuidarse. Su familia más cercana, madre e hijas tuvieron que buscar refugio saliendo de Honduras. Las amenazas le sobraban y en su día a día combinó su lucha con extremas medidas de seguridad para evadir emboscadas. Sobrevivió a muchas batallas contando con el escudo de voluntades y con el cariño de sus comunidades.

Hace 5 años, un 2 de Marzo, la orden emitida desde una Corporación se cumplió: eliminar físicamente a la mujer que se convirtió en un obstáculo para las finanzas de la depredación ambiental. En la noche incursionaron en su hogar sicarios armados de escopetas, cumplieron la orden y huyeron. Una semana antes, cuatro compañeros habían sido asesinados y Berta denunció las amenazas de muerte que ella y su comunidad habían recibido.

Mataron a Berta Cáceres pero despertaron a un gigante: La dignidad de los pueblos se les vino encima a los asesinos materiales, ahora presos y temerosos de tantos que permanecen atentos a su condena. El clamor de justicia le sigue el paso a los encubridores y autores intelectuales en Honduras: policías, jueces, militares, políticos y empresarios. Pero va más allá. En el asesinato de Berta Cáceres se ven implicados intereses económicos de al menos una empresa Alemana, de una entidad Bancaria de Holanda, de inversionistas de Finlandia y otras «reputadas» instancias como el Banco Mundial: De cada uno de ellos provino en alguna medida el dinero que cubrió la macabra logística para eliminar a Berta Cáceres. Y a ellos también les toca rendir cuentas ante la justicia y la historia.

El nombre de Berta que recorre hoy el mundo, es un reclamo de justicia ante el crimen cometido, un reclamo de cese a la impunidad. También es un llamado a prestar atención a la lucha socio-ambiental que millones de latinoamericanos llevan adelante anónimamente enfrentando el poder de trasnacionales y su carga de degradación, explotación y exclusión. Berta encaró en vida cada una de esas injusticias y la lucha ambiental se le preñó de lucha social, única manera en que puede defenderse la naturaleza en nuestros golpeados territorios.

Al cumplirse 5 años de su asesinato, cuando lean y escuchen el nombre de Berta en todos los idiomas y desde todos los rincones del planeta, que nadie se extrañe. Su nombre seguirá volando alto porque se sostiene de una larga lluvia de luchas latinoamericanas de la que fue parte principal. Mucho defensores han caído, mucho pueblo se mantiene defendiendo los territorios y clamando justicia. Muchas ganas de vivir hay aquí. Todo eso está condensado en Berta Cáceres.

Berta es una lucha que no cesa, y como los ríos cuando llueve, va crecido.


Fotos tomadas de: Copinh-Honduras, Katia Lara, Picture-alliance/dpa/Goldman Enviromental Prize, FrontLineDefenders, CNS / L’Osservatore Romano, Carlos Castro, Orlando Sierra/AFP, Democracy Now, Greenpeace

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